La semana pasada tuve (clearunclear) la oportunidad de asistir a algo nuevo… la Tomatina. Cada año, al final de agosto, hay un gran festival que se llama la Tomatina en la ciudad de Buñol. Buñol está a una media hora de Valencia. Hay un río que corre por la ciudad y alrededor hay montañas. Normalmente, Buñol es una ciudad pequeña y tranquila. Pero no durante la Tomatina…
La fiesta empezó (clearunclear) en la plaza, donde había (clearunclear) una pata de jamón colgada de un palo cubierta en grasa. Los jóvenes subieron (clearunclear) al palo para sacar el jamón. Cuando sacaron (clearunclear) el jamón, alrededor de las 11:00 de la mañana empezó (clearunclear) la fiesta. Aunque había (clearunclear) MUCHAS personas en las calles, los camiones entraron (clearunclear) en Buñol para traer los tomates.
Los participantes tiraron (clearunclear) tomates en una batalla divertida y el suelo se llenaba (clearunclear) de tomates. La batalla duró (clearunclear) casi una hora. Después de 6 camiones de tomates y de disfrutar la batalla, salieron (clearunclear) los camiones. Todos los participantes estaban (clearunclear) muy sucios. Se fueron (clearunclear) de las calles y buscaron (clearunclear) una ducha para lavarse del tomate. En la ciudad, los bomberos usaron (clearunclear) sus mangueras* y lavaron(clearunclear) los edificios y las calles.
En total, más de 40.000 personas vinieron (clearunclear) a la Tomatina y tiraron (clearunclear) más de 160.000 kilos de tomates. ¡Todos estos tomates costaron más de 36.000 euros! Además, los organizadores calcularon (clearunclear) que el 65% de los participantes eran extranjeros (no de España).which ones are clear and which ones are unclear